15 ago 2008

Un gran Festín Romano

¡Bienvenidos a este gran festín romano! Los pobres más pobres de las ciudades se alimentaban de gachas, una mezcla de trigo molido mezclado con agua. La gente del campo disfrutaba de una mayor variedad de productos en su mesa: salsas a base de hierbas, verduras con aceite e incluso muy muy muy de vez en cuando. Era un auténtico régimen romano.

Los romanos más pobres no probaban el pan, porque no tenían horno, empleaban su ración gratuita de grano para preparar gachas.

Para los romanos más ricos, el acontecimiento más importante era este, el banquete. Era un desfile de lechugas y puerros, atún adornado con huevos, ostras, pollo al horno, y ubres de cerda. El aperitivo más común estaba compuesto por huevos, y el postre más frecuente, por fruta.

Los romanos empleaban la frase Ab ovo usque ad mala, “desde el huevo hasta las manzanas”.

Cubrían las carnes y pescados con muchas salsas, la más popular era el garum, que los romanos introdujeron hasta en los rincones más alejados del Imperio. Luego se forraron vendiéndole la idea a Pescanova.

Muchas veces le añadían miel y vinagre, que le aportaba un toque agridulce.

Los lirones (ref. a alguien que se está durmiendo, pues todavía….) eran una de las numerosas delicias, se servían rociados con miel y semillas de amapola.
En casa de Trimalción, uno de nuestros vecinos, se cocinaba un gran oso relleno de mirlos vivos que introducía en el comedor acompañado de perros de caza. El gran gourmet del siglo I, Apicio tiene una receta para cocinar anchoas sin anchoas. Vamos, como las aceitunas rellenas de anchoa, que no hay quien encuentre la anchoa por ningún lado.

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